¿Cómo se realiza el diagnóstico?
El diagnóstico habitual se basa fundamentalmente
en dos métodos. El más habitual es el Test
de hidrógeno espirado, como el organismo es incapaz de absorber la lactosa
ésta es fermentada por las bacterias presentes en el colon, que producen gran
cantidad de hidrógeno libre. Una elevación del hidrógeno espirado indica una
baja absorción intestinal de la lactosa administrada (50g) o sobrecrecimiento
bacteriano en el intestino delgado. Otro de los métodos que se llevan a cabo es
el Test de tolerancia a la lactosa,
basado en la medición de la respuesta glucémica tras una sobrecarga de lactosa
(50 g), cada 30 min después de 2 h de la ingesta. En una situación normal la
glucemia aumenta en 20 mg/dl sobre la cifra basal en sangre, por lo que la
falta de este incremento glucémico, junto con el desarrollo de síntomas
gastrointestinales, indica una deficiencia de lactasa. Es una prueba bastante
inespecífica ya que ciertas enfermedades (diabetes mellitus, síndrome de hipoabsorción,
gastroparesia, sobrecrecimiento bacteriano, etc.) pueden invalidar el resultado
y, por lo tanto, debe ser interpretado con cautela.
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