Durante la adolescencia se producen cambios importantes
en la composición corporal. Aumenta el ritmo de crecimiento en longitud y
aparecen fenómenos madurativos que afectan al tamaño, la forma y la composición
corporal, procesos en los que la nutrición juega un papel determinante. Estos
cambios son específicos de cada sexo. En los chicos aumenta la masa magra más
que en las chicas. Por el contrario, en las niñas se incrementan los depósitos
grasos. Estas diferencias en la composición corporal van a influir en las
necesidades nutricionales.
Las ingestas recomendadas en la adolescencia se relacionan con el ritmo de
crecimiento o con la edad biológica, ya que el ritmo de crecimiento y el cambio
en la composición corporal, van más ligados a esta.
El principal objetivo de las recomendaciones nutricionales en este periodo
es conseguir un estado nutricional óptimo y mantener un ritmo de crecimiento
adecuado, lo que conducirá a mejorar el estado de salud es esta etapa y en la
edad adulta, así se prevendrán las enfermedades crónicas de base nutricional
adultas.
Las referencias más utilizadas para valorar las necesidades nutricionales son
actualmente las DRI, o ingesta dietética de referencia, que incluye un concepto
más amplio de mejorar la calidad, el riesgo y la prevención de las enfermedades
crónicas y el límite máximo tolerable.
Los requerimientos son únicos para niños hasta los 11 años y diferentes
según sexos a partir de esa edad. Las DRI en este grupo pueden consultarse en
la página www.nap.edu, aunque los
principales nutrientes están representados en la tabla 1.
Las proteínas recomendadas son de 1g/kg para ambos sexos entre los 11 y 14
años y 0,9 para varones y 0,8 en mujeres desde los 15-18 años. Deben aportar
entre el 10% y 15% de las calorías de la dieta y deben ser predominantemente de
alto valor biológico (animal).
En relación a la ingesta de grasa, sirven las
recomendaciones generales de una dieta saludable.
Los hidratos de carbono deben representar entre el 55-60% del aporte
calórico. Se aconseja que este aporte sea en su mayoría en forma de
carbohidratos complejos, aportados con los cereales, frutas y vegetales, que
constituyen además una buena fuente de fibra. Su cálculo se realiza sumando +5
a la edad de los niños.
En este grupo de edad las necesidades de vitaminas aumentan respecto a
otras etapas, debido al crecimiento acelerado y al aumento de los
requerimientos de energía. Necesitan un aumento de B1, B2 y B3 ya que estas
vitaminas intervienen en la obtención de energía a partir de los
macronutrientes. La vitamina B6 y acido fólico (B9) son necesarias en la
síntesis de DNA y RNA, y las vitaminas A, C y E participan en la función y
estructura celular.
Las necesidades de minerales también están aumentadas en la adolescencia,
sobre todo en hierro, cinc y calcio, no cubriéndose en muchas ocasiones con la
dieta. Existe un una mayor demanda de hierro debido al incremento de la masa
magra y al volumen sanguíneo y la ferropenia (déficit de hierro en sangre) es
la afección mas común en esta edad (la padecen de un 10-15% de las
adolescentes). En ellas habría que aconsejar alimentos ricos en hierro y un
aporte adecuado de vitamina C, que ayuda a absorber el hierro.
Las ingestas de calcio, fósforo y magnesio rondan los 1.300 mg/día de
calcio (1L de leche al día y/o derivados) que la mayoría de los adolecentes no
llegan a alcanzar.
Una dieta variada y equilibrada, con el aporte calórico total recomendado,
es la mejor garantía para la ingesta correcta de otros minerales tales como el
cinc, magnesio, cobre, cromo, fósforo y selenio.
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1 comentarios:
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