La adolescencia es el periodo que comprende la transición de la infancia a
la vida adulta. Se inicia con la pubertad y termina sobre los veinte años
cuando cesa el crecimiento biológico y la maduración psicosocial. Es una etapa
compleja en la que acontecen cambios importantes, tanto a nivel físico,
hormonal y sexual, como social y psicoemocional. En este periodo se asiste a un
gran aumento en la velocidad de crecimiento corporal y se alcanza el pico de
masa ósea. Así, se adquiere el 50% del peso definitivo, el 25% de la talla y el
50% de la masa esquelética. Además, se asiste a un cambio en la composición
corporal diferente en función del sexo, con un incremento de la masa magra en
los varones, y de la masa grasa en las mujeres, que hace que los requerimientos
de energía y nutrientes sean muy elevados y también diferentes.
La alimentación del adolescente debe favorecer un adecuado crecimiento y
desarrollo y promover hábitos de vida saludables para prevenir trastornos nutricionales.
Esta etapa puede ser la última oportunidad de preparar nutricionalmente al
joven para una vida adulta.
Pero por otra parte, en esta época pueden adquirirse nuevos hábitos de
consumo de alimentos, debido a varios factores: influencias psicológicas y
sociales, de los amigos y compañeros, el hábito de comer fuera de casa, el
rechazo a las normas tradicionales familiares, la búsqueda de autonomía y un
mayor poder adquisitivo.
La gran demanda de nutrientes, sumadas a los cambios en el estilo de vida y
hábitos dietéticos, convierten a la adolescencia en una época de alto riesgo
nutricional.
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