Para comenzar una dieta el primer paso es estar
suficientemente motivado y concienciado. No nos engañemos, “ponerse a
dieta” no es un proceso fácil y cómodo,
pero tampoco debe ser un clavario y sacrificio constante, ya que si se
convierte en eso terminará pronto o bien se convertirá en algo poco saludable
para nosotros.
El aprendizaje, que en gran medida regula nuestra conducta,
demuestra que las conductas que generan
consecuencias positivas tendrán muchas mas probabilidades de repetirse y
mantenerse en el futuro que las que nos provocan mayoritariamente
consecuencias negativas. Estas últimas mermarán nuestro éxito.
Cada persona es diferente, y aunque haya
muchas razones comunes, cada uno tendrá su motivación
principal para cambiar sus hábitos alimenticios (adelgazar, mejorar la
salud,..etc.)
Si para llegar a este objetivo hacemos una dieta muy restrictiva,
que implique únicamente esfuerzos o alguna llamada dieta milagro en la que
comemos solo un alimento todo el día, o solo nos centramos en la privación y el
sacrificio, el beneficio final (Motivación
principal) se perderá en el futuro por
la ausencia de reforzadores positivos durante el proceso, recibiendo día a día
únicamente consecuencias negativas: hambre, debilidad, rechazo a comer
determinados productos, efectos nocivos en nuestro organismo..etc.
Todo esto
provocará que tengamos frecuentemente días más vulnerables y estemos nerviosos o decaídos habiendo una gran
probabilidad de que nos salgamos del plan fijado o que directamente abandonemos.
Por ello lo más adecuado es
plantearos un objetivo final: MOTIVACION PRINCIPAL, pero que el proceso para
llegar a él esté lleno de muchos REFUERZOS POSITIVOS A CORTO – MEDIO PLAZO, que
nos ayuden a motivarnos, sin que el día a día se convierta en un calvario.
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