28 may 2012

DIETA MEDITERRÁNEA (I)


Dieta Mediterránea: 

Ante el progresivo abandono de este modelo dietético en nuestro país, y considerando los innumerables beneficios que  aporta a nuestro organismo, creemos que es necesario concienciar a la población sobre  la importancia de retomar la dieta mediterránea e incorporarla a nuestra vida cotidiana.

CARACTERÍSTICAS DE LA DIETA MEDITERRÁNEA

La dieta mediterránea no es un programa de adelgazamiento elaborado por un nutricionista, sino un menú basado en los hábitos alimenticios de las poblaciones que bordean el mar Mediterráneo.       
                                                                                       
En primer lugar hay que señalar que las cualidades gastronómicas de la dieta mediterránea son totalmente compatibles con la primera recomendación para realizar cualquier tipo de dieta: disfrutar con la comida, con el placer de comer. 
    
Por otro lado, aunque se hable separadamente de los diferentes componentes de la dieta mediterránea, es importante recordar que su bondad puede ser debida precisamente a la dieta en su conjunto, como un todo, es decir, al óptimo balance de determinados alimentos o componentes dietéticos.








La dieta mediterránea, tradicionalmente basada en la “trilogía mediterránea”, está  formada por el trigo, el olivo y la vid. El olivo y el aceite de oliva son el verdadero símbolo de la cultura y de la alimentación del Mediterráneo. 





La abundancia y diversidad de los alimentos de origen vegetal, el consumo de frutas, verduras, hortalizas, cereales, legumbres, frutos secos y aceite de oliva -como principal grasa culinaria, en sustitución de grasas saturadas- y también el uso moderado de vino, distingue a la dieta mediterránea de otras dietas.  El vino tiene un papel de primer orden en la región, no sólo como bebida que acompaña a los alimentos, sino por su función dietética, pues tomado con moderación es excelente antioxidante.
En cuanto al consumo de proteínas de origen animal, se caracteriza por cantidades moderadas de pescado frente a un consumo no muy elevado de carnes, en su mayoría aves, y pequeñas cantidades de lácteos. Estos alimentos están condimentados con ajo, perejil, hierbas aromáticas y especias.    
    
Esta variedad y la antiquísima técnica de la cocción propiciaron el desarrollo de las sopas mediterráneas, las cuales constituyen uno de los pilares de la alimentación y cocina regionales. A estas sopas, en sus orígenes se les agregaba, en ocasiones, alguna presa de caza o pesca, lo que enriqueció la dieta con proteínas animales, aunque de forma moderada.  Ahí reside el primer gran secreto de la dieta mediterránea; de origen es baja en proteínas animales y rica en vegetales, legumbres y cereales.
A esa riqueza se agregaron, a partir del siglo XVI, los productos americanos que profundizaron aún más en la ya variada, nutritiva y equilibrada dieta mediterránea.




Esta dieta es baja en ácidos grasos saturados, rica en hidratos de carbono y fibra y contiene una gran proporción de ácidos grasos monoinsaturados. Estos últimos se derivan principalmente del aceite de oliva.     







En el área mediterránea existe un mayor consumo de fibra con respecto a otros países.
Hay una fuerte evidencia de que la fibra (soluble e insoluble) de cereales, leguminosas, verduras y frutas tiene un efecto beneficioso previniendo el estreñimiento, la enfermedad diverticular, ayudando a regular favorablemente el perfil lipídico de la sangre y mejorando el control de la glucemia.

1 comentarios:

***Rubblog*** dijo...

Me gusta!
Un blog muy chulo!

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